El Ministro de Finanzas de Japón, Shunichi Suzuki, abordó los recientes declives en el yen, enfatizando el análisis de las autoridades sobre los factores subyacentes y su disposición para responder a las fluctuaciones monetarias excesivas. Antes de la reunión del Grupo de los 20 (G20) en Washington D.C., Suzuki mencionó la posible discusión sobre movimientos de divisas entre los líderes financieros, reconociendo el impacto de un yen débil en la inflación y los consumidores, al tiempo que resaltaba la importancia de tipos de cambio estables que reflejen los fundamentos económicos.
Tras alcanzar un nuevo máximo de 153,32 yenes durante la noche, el dólar se situó en 153,18 yenes en Asia el viernes. La moneda japonesa ha caído casi un 8% frente al dólar desde el inicio del año.
A pesar de las preocupaciones por la depreciación de la moneda, Suzuki evitó emitir advertencias de acción decisiva, optando en cambio por esfuerzos coordinados con el principal diplomático de divisas, Masato Kanda, para gestionar los movimientos del yen. La amplia brecha de rendimiento entre EE.UU. y Japón se citó como un factor contribuyente a la debilidad del yen, junto con varios indicadores económicos y sentimientos de mercado.
El prolongado declive del yen ha planteado desafíos para los responsables de las políticas japonesas, impactando en el gasto de los hogares y complicando las consideraciones del Banco de Japón respecto a las subidas de los tipos de interés. Aunque el Banco de Japón afirmó que no respondería directamente a los movimientos de divisas, el gobernador Kazuo Ueda señaló la posibilidad de intervención si las fluctuaciones del yen afectan significativamente a la economía y los precios. La última intervención en el mercado de divisas ocurrió en 2022, reflejando los esfuerzos de Tokio por estabilizar el valor del yen.